miércoles, 3 de agosto de 2011

La política, la participación, la militancia y la cibermilitancia

Desde hace un tiempo estamos presenciando el resurgimiento de la participación de la ciudadanía en la política. Uno de los grandes objetivos del neoliberalismo fue dar por finalizada toda discusión ideológica bajo el título del "Fin de la historia." Ya no importaba lo colectivo sino que el "sálvese quien pueda" debía reinar en la mente de cada persona.
Pero esto no fue algo propio de nuestro país. Fue, en realidad, un movimiento a nivel mundial, iniciado tras la caída de muro en 1989. Sin embargo, resignificando la sentencia de Marx, el neoliberalismo traía dentro de sí el germen que provocaría su destrucción. Ese germen es el de los desastres económicos a que sucumbieron los países que siguieron al pie de la letra las indicaciones de Consenso de Washington y el FMI. En nuestro país, el 2001 fue el punto clave. El sistema económico implosionó arrastrando a la ruina a la gran mayoría de la clase media. Como las cabezas estaban adiestradas para el pensamiento del bienestar propio, un sistema económico y político que las dañara llevaría por consiguiente a una brutal oposición a ese sistema.
Frente a la crisis de legitimidad sufrida en nuestro país, en el 2003 se erigió una figura desconocida, que se montó en la cabeza de otra muy bien conocida, detestable. Un tal Nestor Kirchner ganó las elecciones presidenciales con el 23% de los votos tras bajarse el innombrable del balotaje. Desde que asumió, el 25 de mayo, ese tipo que recibió las bromas de todos debido al desvío en uno de sus ojos y frente al que todos nos preguntábamos qué tenía para tener al lado a una mujer tan hermosa, no paró de sorprendernos. Se enfrentó a todas las corporaciones que alguna vez le hicieron daño a nuestro país impulsando, efectivizando o apoyando golpes de Estado. Le dijo "ALCArajo" a Estados Unidos, hizo bajar el cuadro de Videla, declaró la nulidad de las leyes de indulto, Punto Final y Obediencia Debida, se situó al lado de las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo. Y un día, cuando su mandato estaba por finalizar, hizo lo que nadie iba a perdonarle: propuso a su mujer como Presidenta de todos los argentinos. Ella fue la encargada de llevar adelante las tareas más duras: reestatización de las AFJP, la 125, ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Matrimonio Igualitario, Asignación Universal por Hijo, representación proporcional a la cantidad de acciones que se tienen en empresas privadas por parte del Estado. Y no se lo perdonaron ni se lo perdonan. Porque a los grupos fácticos de poder les duele cada vez que les meten la mano en el bolsillo (como ellos la metieron durante tanto tiempo, en el bolsillo de cada uno de nosotros) para lograr una mejor redistribución de la riqueza, para conseguir que hoy por hoy la pobreza sea menor al 10% y la brecha entre ricos y pobres, después de haberse ampliado en el 2009 debido a la crisis económica mundial, siga disminuyendo regular pero firmemente.
Frente a un gobierno que por fin se pone del lado de los débiles, porque el Estado o está con los poderosos o con los débiles, y los poderosos, en realidad, no necesitan un Estado que los proteja porque pueden solitos, muchos vieron renacer las esperanzas. Y cuando hay esperanza reaparece la lucha. Y miles de jóvenes se vuelvan sin parar a la política, a defender este proyecto a luchar desde abajo para no retroceder en lo conseguido y avanzar sin parar por la profundización.
Desde la muerte de Nestor comprendimos que este modelo está pasando por su momento trascendental: si Cristina gana este año, en el 2015 nos quedamos sin candidato. Por primera vez en la historia de nuestro país debemos lograr que el proyecto trascienda a la persona, que el kirchnerismo reconozca a Nestor y Cristina como sus fundadores, incluso como héroes nacionales pero se transforme en el modelo nacional y popular que tanto ansiamos, que no necesite de nombres para triunfar, sino de una sigla nada más: FPV, asegurándonos, siempre, que quien dispute cargos por esa sigla esté comprometido con el movimiento. Esto se va a lograr solamente, como diría Cristina, con organización y militancia. Para que el proyecto pueda perdurar por 20, 50 o 100 años necesitamos de una militancia organizada, una militancia basada en la lógica de territorio, en la formación de cuadros integrales, y no en la rosca o el aparateo. Somos nosotros los encargados de llevar el proyecto a todos los ciudadanos de nuestro país, de mostrarles lo que otros ocultan, de sumarlos incluso a pensar en todos y no en ellos mismos. Esta militancia "real" debe ser complementada con otro tipo de militancia, la cibermilitancia.
La red nos proporciona, frente a los grandes grupos hegemónicos de medios, verdaderos formadores del sentido común ("yo le digo a la gente como tiene que pensar" decía hace mucho tiempo el ciudadano Kane), una herramienta de horadación. Facebook, Twitter, los blogs, permiten la aparición de otras verdades, de otras construcciones de la realidad a las que se puede acceder fácilmente, que permiten encontrar un rayo de luz en la opacidad del paradigma imperante, de esos diarios que dictan la realidad y el pensamiento. El rol del cibermilitante es crear sentido, un nuevo sentido, inteligentemente. Es dar nuevas interpretaciones que puedan luchar cara a cara contra las que proponen los que tienen intereses puramente individualistas. Las redes sociales brindan las herramientas. De nosotros depende saber utilizarlas.